Conozca cómo repercute la fractura de cadera en el anciano, las posibles complicaciones y la importancia de contar con un equipo médico multidisciplinar para su tratamiento.
Las fracturas de cadera en la población de mayor edad son una patología con muy alta prevalencia, que además va en aumento, pudiendo llegar a considerarse una de las epidemias del siglo XXI; así, está previsto que el numero global de fracturas de cadera en el mundo aumente de 1,26 millones en 1990 a hasta 4.5 millones en 2050.
La fractura de cadera en el anciano tiene importantes consecuencias tanto para los pacientes que las sufren, como para sus familias, así como para la sociedad, puesto que los costes que suponen el tratamiento de esta patología, sus consecuencias y complicaciones están cifrados en tres veces los costes del tratamiento de un paciente institucionalizado sin fractura.
Afrontar que un miembro de nuestra familia ha sufrido una fractura de cadera supone asumir de golpe que la situación funcional de nuestro familiar o amigo se verá seriamente afectada durante unos meses en el mejor de los casos, debiendo buscar ayuda para poder atenderle adecuadamente durante el proceso de recuperación.
Para los pacientes, una fractura de cadera es una patología potencialmente muy grave. Desde un punto de vista traumatológico los objetivos son la curación de la fractura y tratar de recuperar la situación funcional (movilidad, capacidad de caminar, para el aseo …) que el paciente tuviese previamente a la caída.
Sin embargo, la atención médica de estos pacientes, que habitualmente presentan patologías previas importantes (diabetes, hipertensión, enfermedades cardiacas, deterioro cognitivo) es tan o más importante que el tratamiento de la propia fractura. Desde este punto de vista, el desarrollo en las últimas décadas de las unidades de Ortogeriatría formadas por Traumatólogos, Geriatras y personal de enfermería, ha mejorado drásticamente el pronóstico y resultado de estos pacientes.
En la misma línea, los protocolos de cirugía tan temprana como sea posible (tras haber sido estabilizados los pacientes médicamente y, en ocasiones, cumplido la suspensión de determinados medicamentos), también permite la mejor de las recuperaciones posibles cuando ha tenido lugar una fractura de cadera en el anciano.
Una correcta colaboración entre los Hospitales y la red de asistencia extra hospitalaria (atención primaria, centros de rehabilitación, unidades de trabajo social, residencias de estancia temporal o larga estancia) es fundamental para la continuidad asistencial tras el alta.
Las políticas de prevención son, así mismo, claves para tratar de evitar nuevas fracturas o una segunda fractura en aquellos pacientes que ya hayan sufrido una previamente.
En ocasiones surgen complicaciones tras la cirugía que requieren una valoración por un cirujano experto en cadera para tratar situaciones como desmontajes de un clavo, infecciones o luxaciones de una prótesis, así como sus combinaciones.
Le invito a compartir este artículo sobre la fractura de cadera en el anciano con aquellas personas a las que le pueda resultar de interés.